lunes, 9 de noviembre de 2009

CERRO RICO DE POTOSI-BOLIVIA


10 DE NOVIEMBRE DE 1810






Enrique Bachinelo


Ex Senador y periodista boliviano reside en San Francisco.



La historia es siempre parte de la vida de los pueblos; solo que, esta historia ya es tiempo muerto y solo corresponde a los que quedan vivos interpretar esos acontecimientos y buscar la mejor manera de entender su significado y en su caso, tomar experiencias de los hechos pasados.



El caso es que, los sucesos que ocurrieron el 10 de noviembre de 1810 en la ciudad de Potosí, tienen su origen el 25 de mayo de 1809 en la ciudad de Chuquisaca donde la revolución constituye, dicho desde la perspectiva histórica, la primera afirmación autonomista en la América española. Sobre todo porque tiene tras de sí una sólida doctrina, reconocida hoy por los propios historiadores españoles, como la doctrina de Chuquisaca. Por eso, desde la reinstalación del poder realista, con el Gral. Vicente Nieto como Presidente, la mayor parte de sus actores fue sometida a prisión y condenados a diversas penas.



Antes de ello, en Buenos Aires surge el grito libertario del 25 de mayo de 1810 encabezado por los universitarios de San Francisco Javier, o sea al año exacto de la revolución de Chuquisaca, bajo la conducción del altoperuano Cornelio Saavedra y se organiza la Junta de Gobierno la misma que, inmediatamente prepara el primer ejército auxiliar bajo la conducción de Castelli, abogado que tuvo a dos militares como lugartenientes: Eustaquio Díaz Vélez y Juan Manuel Balcarce. Ese ejército fue el primero de los cuatro que desde la Argentina vinieron a nuestro territorio.


Castelli camina hacia el norte en julio de 1810. En la ciudad de Córdova hizo fusilar al ex virrey Liniers y otros realistas. Su radicalismo lo llevó a cometer excesos que, por otra parte, sin duda quisieron ser la respuesta a los cometidos por Goyeneche en La Paz. El avance de las fuerzas porteñas fue noticia grata para que los altoperuanos tomaran nuevas acciones.
En efecto los pronunciamientos se sucedieron en cadena. Fue primero Cochabamba el 14 de septiembre, con Esteban Arze, Francisco del Rivero y Guzmán Quiton, como cabezas visibles. Diez días después es seguido por Santa Cruz de la Sierra el 24 de septiembre, bajo la conducción de Antonio Seoane y Joaquin Lemoine. La avalancha revolucionaria tuvo inmediato eco en Oruro el 6 de octubre con Tomas Barrón. La marcha de Castelli no podía tener mejores augurios porque el pueblo altoperuano iba abriéndole el camino por su propio esfuerzo.



Los generales realistas Vicente Nieto y Córdoba se dirigen con tropas prontamente organizadas con rumbo a Cotagaita para detener la macha de Castelli. Llegan los últimos días de octubre. Los jefes militares aconsejan a Castelli una treta que da buen resultado: simular una retirada para sacar de sus posiciones a los realistas; estos caen en la trampa y la acción se define en los campos de Suipacha el 7 de noviembre de 1810.
Así, Castelli entra victorioso en la ciudad Potosí; es mas, ingresa a la plaza tomada por los propios potosinos encabezados por Matos, Nogales, Hoyos, Quintana, Subiera y otros patriotas que el día 10 de noviembre del mismo año habían destituido a Paula Sanz. La estrella del jefe argentino fue fulgente. En la plaza de Potosí, son pasados por las armas el Presidente Nieto, el Gral. Córdova, el Intendente Paula Sanz; este hecho sangriento causó malestar en la ciudadanía potosina, por cuanto esas autoridades nada habían hecho para asumir defensa de sus cargos o de su representatividad real.



Cuatro días después de la revolución de Potosí: el 14 de noviembre Esteban Arce se había desplazado con sus guerrilleros hacia Oruro y las “macanas” de Arze derrotaban a los bien pertrechados hombres del comandante realista. La victoria de Aroma consolidó la revolución de Oruro y aterrorizó a la autoridad de La Paz, que se dispuso a pasar al otro lado del Desaguadero.





Castelli no tuvo mayor oposición hasta llegar a Guaqui, población al borde del lago Titicaca, donde los ejércitos realistas muy bien preparados y organizados causaron la derrota del engreído Castelli quien, tomó las de Villadiego para huir con los despojos de su ejercito por la misma ruta que había ingresado al Alto Perú, pero, en su retirada causó serios daños en las poblaciones por las que pasaba ocasionando serios enfrentamientos con la población civil, especialmente con la de Potosí.





Hasta aquí la parte histórica que hemos recogido de los textos de la época. Ahora corresponderá a los potosinos seguir la ruta de su destino y exigir a los mandos del gobierno mayor atención para su desmirriada economía y que los movimientos humanos especialmente del sector minero, cuenten con el apoyo y el estímulo que el momento lo aconseja.
Ya hemos sufrido la frustración de la planta de fundación de plomo- plata de Karachi pampa, igual descalabro con el salar de Uyuni y la explotación del litio; ahora el autonomismo de los pueblos cambas tratara de aplastar la vida económica de esa ciudad digna de mejor suerte.





Pero corresponderá a sus hijos que, donde quiera que ellos se encuentren trabajen para que las flores del progreso vuelvan a brotar en las faldas del Sumac Orcko. Su futuro resurgirá como el ave fénix desde las cancha-minas de sus ingenios y los brazos tenaces de sus mineros que, como garras mágicas arrancan la carga mineralizada de sus oscuros socavones, como siempre lo fue desde hace 459 años cuando Diego Wallpa entregó las vetas de plata a sus verdugos de las lejanas urbes peninsulares.